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Los comienzos de la energía eléctrica en Málaga: 
La Sociedad Hidroeléctrica del Chorro
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Vista actual del embalse Conde de Guadalhorce

Desde finales del siglo XIX, Málaga venía beneficiándose de uno de los adelantos técnicos de la época: el aprovechamiento energético de la electricidad. Primero fue una energía generada térmicamente (mediante pequeñas centrales usualmente movidas por máquinas de vapor que, acopladas a dinamos, producían corriente a baja tensión y continua), o bien a través del aprovechamiento hidráulico in situ (fábricas que con frecuencia eran el resultado de la reconversión de molinos harineros, situadas en la ribera de ríos capaces de proporcionar la suficiente fuerza mecánica). Con posterioridad, ya a principios del siglo XX, cuando se descubrió la forma de transportar la energía sin grandes pérdidas -frente a la corriente continua y la baja tensión del primer período, la corriente alterna y la alta tensión- llegaría la hora de las grandes instalaciones hidroeléctricas, que ya no tenían que situarse necesariamente junto a los centros de consumo.

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La presa durante su construcción

Málaga participó de estas dos etapas eléctricas: desde comienzos de los años noventa (el alumbrado público instalado por la compañía alemana Fiat Lux comenzó a funcionar el 21 de mayo de 1891; mientras, el 7 de noviembre del año siguiente, Antequera se sumaba también al nuevo sistema de iluminación) y en 1903 puede situarse la fase doméstica o termoeléctrica, aunque aquellas pequeñas fábricas "de luz", como se las llamaba popularmente entonces, siguieron funcionando en la mayoría de los núcleos rurales hasta bien avanzada la década de los veinte. 

Conflicto entre compañías eléctricas y del gas 

En la capital, la introducción relativamente tardía de la nueva energía -que, frente a las anteriores, era capaz de ofrecer al mismo tiempo luz, fuerza y calor- debe entenderse en el marco del conflicto de intereses planteado con la compañía del gas y, más tarde, entre las dos compañías eléctricas concesionarias del suministro urbano: la alemana Fiat Lux y la británica Málaga Electricity Company. No obstante, la sustitución de la termo por la hidroelectricidad fue rápida. El nombre de la nueva empresa -la segunda de su tipo en España, tras Hidroeléctrica Ibérica (1901)- fue el de Sociedad Hidroeléctrica del Chorro.

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Alfonso XIII en la colocación de la última piedra de la presa

La primera gran empresa hidroeléctrica 

Como había sucedido a lo largo del siglo XIX, el nuevo proyecto también estuvo protagonizado por miembros destacados de la oligarquía local. En este caso se trató de Jorge Loring Heredia -quien en 1902 obtuvo la concesión del aprovechamiento hidráulico del río Guadalhorce-, Isabel Heredia Loring -casada con el ingeniero de caminos Rafael Benjumea- y Francisco Silvela, cuñado del primero y varias veces presidente del Consejo de Ministros en aquella época. 

La escritura fundacional de la nueva sociedad se firmaría el 26 de julio de 1903 con un capital inicial de dos millones de pesetas. La primera central comenzó a funcionar al año siguiente, aunque aquellos ejercicios serían muy problemáticos, no sólo porque la demanda no era demasiado amplia (los clientes del Chorro en principio fueron las empresas alemana e inglesa distribuidoras de electricidad de la propia Málaga, las fábricas de los Larios y las compañías concesionarias del ferrocarril de Málaga a Torre del Mar y la de tranvías de la capital), sino, sobre todo, por los problemas de oferta, derivados de la irregularidad de una producción que, sin contar todavía con un embalse, dependía del estiaje del Guadalhorce.

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El alumbrado público fue uno de los primeros aprovechamientos de la nueva energía

El embalse 

Los directivos del Chorro eran conscientes de que la única manera de reflotar la sociedad -con graves problemas financieros cuando apenas habían pasado cinco años de su constitución- pasaba por la construcción de un embalse que garantizase la producción de hidroelectricidad. El proyecto, dirigido por Rafael Benjumea, se beneficiaría de las ventajas otorgadas a raíz de la inundación de 1907 -ley de auxilios para obras hidráulicas de 1911 y creación posterior del Sindicato Agrícola del Guadalhorce- aunque las obras no comenzarían hasta 1916, finalizando cinco años más tarde, con la colocación de la última piedra por el rey Alfonso XIII el 21 de mayo de 1921. 

El nuevo embalse marcaría un punto de inflexión en la historia de la compañía. Una vez saneada, el Chorro absorbió las empresas distribuidoras de la capital -incorporadas como filiales: Eléctrica Malagueña y The Málaga Electricity Cº- e inició un ambicioso proyecto de inversiones con la adquisición de Tranvías de Málaga en 1923, que le llevaría a incrementar en más de un 260 % su producción de electricidad en la tercera década del siglo veinte.

 
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